Promover la salud mental perinatal… o no hacerlo
La Organización Mundial de la Salud dice: “La promoción de la salud mental tiene como objetivos proteger, promover y mantener el bienestar emocional y social y crear las condiciones individuales, sociales y ambientales que permitan el desarrollo psicológico y psicofisiológico óptimo, así como potenciar la salud mental respetando la cultura, la equidad, la justicia social y la dignidad de las personas.” (2004).
Por otro lado, desde la psicología perinatal se entiende el parto nacimiento como una experiencia única y trascendental para madre y bebé en todos los aspectos, la evidencia científica nos muestra cómo puede influir a corto, medio y largo plazo en la salud integral de amb@s. Relacionado con esto sabemos que la alta intervención obstétrica tiene efectos negativos en la madre y su bebé, tanto en la salud física como en la mental. Un informe recién publicado del Servei Català de la Salut ha analizado la utilización de recursos sanitarios según el tipo de parto entre 2014 y 2016 en Catalunya, y ha detectado un mayor uso de antidepresivos en las mujeres que han sufrido una cesárea. El porcentaje de mujeres con diagnóstico de depresión tras un parto aumenta, por lo que se ha comprobado, con el grado de instrumentalización del proceso.
Cabe añadir que la violencia obstétrica implica trauma, ya sea en forma de Trastorno de Estrés Postraumático después del Parto o como vivencia de Parto traumático. Entre otros, el meta análisis realizado en 2010 por un grupo de matronas e investigadoras sobre las percepciones y experiencias de las mujeres con partos traumáticos mostró como frecuentemente el trauma de las mujeres es el resultado de las acciones (u omisiones) de las matronas, médic@s y enfermeras (Elmir, Schmied, Wilkes, & Jackson, 2010)
Es indiscutible además, que el desarrollo de la criatura es un proceso interactivo entre variables del bebé y variables de su entorno, muy especialmente las de su madre. Por tanto, si hay algo que afecta a alguna de las dos partes de la diada también va a involucrar a la otra. Una psicopatología en la mamá, como por ejemplo, depresión posparto, trauma después del parto, dificultades psicológicas, etc. puede dificultar el establecimiento del vínculo, tan necesario para la salud como explica Gerhardt: “Favorecer el vínculo entre madre y bebé es: la forma más económica (y menos dolorosa) para promover la salud mental y prevenir tratamientos en la edad adulta… es de una simplicidad asombrosa.” (2004)
El sistema sanitario debería, por tanto, garantizar una atención que entiende la fisiología y la atención, no solo al parto sino a la mujer, que se interesa a la vez del embarazo, del parto, de la criatura y del posparto como continuum, y no como hechos aislados conectados entre sí. Así lo recoge también la “Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva.”, documento que explica el enfoque de la salud sexual y reproductiva desde una perspectiva de género, y con un planteamiento global, y la “Estrategia de Atención al Parto Normal” que tiene como objetivo mejorar la atención al parto normal, mejorando la calidad y calidez asistencial, eliminando las prácticas innecesarias y perjudiciales a la luz de la evidencia científica, ambas del Ministerio de Sanidad y Consumo. Realizar una atención perinatal en el sistema sanitario desde una mirada de prevención y promoción de la salud integral, está totalmente apoyada por la evidencia científica y las sociedades profesionales. Sabemos profesionalmente cómo es una atención perinatal de calidad, sin embargo seguimos escuchando en nuestro día a día, en consulta, en el centro de salud, en el hospital, en el parque o en los medios de comunicación ensañados con algún caso que implique “carnaza”(por cierto, mi agradecimiento a la FAME por este comunicado) como se vulneran estos principios, los derechos humanos en el parto/nacimiento y los derechos sanitarios de las mujeres, dañando a madres, bebés y familias en pos del “paternalismo”. La ausencia de profesionales de salud mental perinatal en la atención sanitaria a la maternidad daña a las madres y a sus familias. Todo esto nos recuerda lo necesario que es seguir trabajando para sensibilizar, informar y formar a profesionales de la salud no sólo en psicología perinatal, sino también en la atención obstétrica basada en la evidencia y con perspectiva de género.