Cuando las cosas no se hacen bien.
Hace pocos días apareció en la prensa la noticia de una madre a la que se le había practicado una cesárea de urgencia por orden judicial. De nuevo, irrumpe en los medios el conflicto entre la voluntad de la mujer de tener un parto natural y la indicación médica de cesárea urgente para evitar la muerte del feto.
En este caso, se plantea un conflicto entre el principio de autonomía y el de no maleficencia, es decir, entre el derecho de la madre a decidir cómo quiere que sea su parto y la responsabilidad de no producir daño y prevenirlo. Según la noticia referida, aceptar la voluntad de la madre incurriría en un grave peligro para la viabilidad del feto.
La gestión de esta situación ha llegado a los juzgados, y de allí a la prensa y a la sociedad. Pero, ¿Cómo se debería haber gestionado este caso para no tener que llegar a este extremo? ¿Qué ha fallado para que se haya acabado judicializando la forma de dar a luz?
Con la cautela necesaria que requiere opinar sobre unos hechos recogidos en una noticia de prensa, desde la Sociedad Marcé Española para la Salud Mental Perinatal (MARES) y la Asociación Española de Psicología Perinatal (AEPP) queremos poner el foco en lo que debería ser el objetivo en estos casos: actuar de forma que se maximice el bienestar físico y psicológico tanto de la madre como del bebé por nacer.
Desde la AEPP y la MARES estamos convencidos de que en la mayoría de los casos en los que se produce un dilema de prevalencia de derechos, se consigue gestionar con un acuerdo entre la familia y los profesionales sanitarios sin necesidad de llegar a situaciones tan extremas como la que se plantea en el artículo de prensa. Esta mayoría de casos, no son noticia.
El hecho de haber llegado a los juzgados denota el fracaso de las formas éticas de gestionar una situación como ésta. En estos casos, se debe establecer un diálogo entre las partes en el que la voluntad de la madre y sus argumentos puedan ser escuchados, con calma y respeto, asegurándose que comprende realmente la magnitud del riesgo vital para su bebé. Puede ocurrir que ante el estrés de la situación, aparezcan pensamientos y posicionamientos rígidos que dificulten el análisis de la información y la toma de decisiones. Todos los profesionales de la salud deberían contar con los recursos personales y profesionales especializados para facilitar su trabajo y minimizar los riesgos. En este sentido, contar con el apoyo de una Comité de Ética Asistencial ligado al centro hospitalario, es de gran utilidad. Con una correcta mediación, en un ambiente privado y evitando ejercer presiones que dificulten o bloqueen la capacidad de toma de decisiones de la madre, se va a poder gestionar respetando los derechos de todas las partes. Y de esta forma, la madre podría vivir la llegada de su bebé en unas condiciones psicológicas y emocionales mucho más adecuadas, favoreciendo un vínculo saludable con su hijo.
Muy a menudo, el parto real no se corresponde con el parto deseado por la madre y esto requiere de un trabajo de aceptación más o menos importante para ayudar a integrar esa realidad en unas expectativas que no se han cumplido. Si además nos encontramos, como en este caso, con que la madre y su entorno han tenido que lidiar con procedimientos judiciales y exposición pública, es probable que, además de la atención médica que pueda necesitar el bebé por nacer prematuro, se vean alteradas las condiciones de calma, intimidad y confianza que son tan básicas para empezar el camino de la crianza en las mejores condiciones.
Desde la MARES y la AEPP deseamos que, tanto ella como su bebé y su entorno, tengan a su disposición el tiempo y el apoyo sanitario, familiar y psicológico adecuados a fin de facilitar su afrontamiento. Y que pueda ofrecerse a los profesionales de la salud la formación y recursos necesarios para el manejo adecuado de estas situaciones tan extremas.