Cuando vivimos el embarazo pensamos que todo saldrá según lo esperado. Salvo que se presente algún tipo de complicación o sea un embarazo de riesgo, pocas veces imaginamos que el parto se adelante y no llegue a término. Este es el caso de los bebés prematuros.

Los datos actuales indican, según la OMS, que cada año nacen unos 15 millones de niños prematuros (antes de que se cumplan las 37 semanas de gestación) y la cifra sigue en aumento.

Es evidente la inmadurez física y neurológica de los bebés prematuros, por lo que durante muchos años, el tratamiento se basaba en la medicalización exclusiva. Sin embargo, a partir de la década de los 80 se empezó a cambiar el concepto de cuidado de estos niños, faltaba una pieza en el puzle, ¿qué otra cosa necesita un ser humano para sobrevivir? AMOR.

El amor, entendido como vínculo afectivo, se expresa en los bebés a través de la comunicación y el contacto. Sin embargo, los bebés prematuros muestran una capacidad más limitada para expresarse, su inmadurez neurológica supone un obstáculo para mostrar conductas relacionadas con sus necesidades, es por esto que el desarrollo del apego puede resultar afectado. Cuando somos bebés disponemos de herramientas como el llanto, los comportamientos de búsqueda, el balbuceo, etc., que nos permiten comunicarnos con nuestros cuidadores. Las consecuencias de esta dificultad pueden verse durante los tres primeros años de vida, en los que el/la niño/a puede presentar dificultades en su comportamiento o alteraciones en su estado de ánimo, algo que influirá notablemente en el resto de su vida.

Por otra parte para los padres el nacimiento antes de tiempo de su bebé puede ser un evento muy estresante. Encontrarse en un entorno hospitalario, las propias características del bebé y el hecho de irrumpir antes de lo esperado, produce en muchos padres cierta desestabilización. Pueden sentirse menos competentes como padres o incluso necesitar más tiempo para captar y comprender las señales que el bebé emite sobre sus necesidades. A eso le podemos añadir las separaciones continuas, que pueden ser vividas con angustia y el trabajo que han de hacer los padres para poder transformar la percepción según pasa el tiempo y se avecina el alta hospitalaria de un bebé frágil a ser simplemente su bebé.

El vínculo de apego es la relación que se construye entre los bebés y sus padres y la capacidad de éstos para responder de forma sensible y adecuada a las demandas de protección y afecto de su bebé. Tal respuesta favorece ese lazo afectivo que les unirá de por vida, pero ¿qué ocurre con esa relación cuando el bebé permanece en el hospital durante horas, días o meses? En el caso de los bebés prematuros, esta relación afectiva se desarrolla en circunstancias muy particulares. Por un lado, sus características biológicas hacen que requieran tratamientos médicos para garantizar su supervivencia y, por otro, que reciba atención por parte de otras personas que no son sus padres, como es el personal sanitario, relacionándose con múltiples personas en lugar de exclusivamente con sus padres; y por último, no siempre es posible el contacto físico con su familia, incluso desde el nacimiento.

Los primeros días de vida de los bebés prematuros son muy diferentes a los de otros/as niños/as, éstos deben ser atendidos en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) para ofrecerle unas condiciones óptimas para su desarrollo, al mismo tiempo que se intentan paliar carencias afectivas que pueden surgir en un entorno tan hostil e hiper-tecnificado. Con el fin de conseguir la reestructuración del vínculo mamá/papá-bebé, la mayoría de hospitales españoles están realizando un gran esfuerzo para conseguir la entrada de las familias durante las 24 horas y se están poniendo en práctica, como alternativa a los cuidados en incubadora, el Método Madre Canguro (MMC), que permite el contacto piel con piel del bebé prematuro con su madre (también puede participar el padre como apoyo de ésta). Las principales características de este método, según la OMS son:

  • Contacto piel a piel temprano, continuo y prolongado entre la madre y bebé.
  • Lactancia materna exclusiva (en el caso ideal).
  • Se inicia en el hospital y puede continuarse en el hogar.
  • Los bebés pequeños pueden recibir el alta en un plazo breve.
  • Las madres que se encuentran en su hogar precisan de apoyo y seguimiento adecuado.
  • Se trata de un método amable y eficaz que evita el ajetreo que predomina por norma general en una sala de pediatría ocupada por bebés prematuros.

 

Por tanto, el Método Madre Canguro es una estrategia que actúa beneficiosamente en el establecimiento del vínculo en la díada mamá/papá-bebé, al mismo tiempo que favorece el desarrollo físico y neurológico del niño. La madre experimenta una mayor competencia para cuidar y criar al bebé y el padre se convierte en parte activa en el cuidado de éste, lo que influirá en la autoestima de ambos progenitores y en la recuperación más temprana del prematuro.

Para concluir, sabemos que no hay mejor sitio para crecer que el útero materno, pero cuando antes de las 37 semanas de gestación el bebé se presenta, su prematuridad obliga a la separación antinatural entre el recién nacido y sus padres tras el parto, lo que puede provocar importantes efectos tanto a corto como a largo plazo para ambos. Es por ello que debe darse importancia a las interacciones tempranas entre el niño/a y sus padres, encargados de proveerle cuidado y protección, puesto que son el núcleo desde el que se generará gran parte de las competencias psicológicas a lo largo de su vida.

 

El amor cuida y fortalece, por eso desde este blog queremos agradecer los esfuerzos realizados por los padres y el personal sanitario que trabaja en las UCIN españolas, por hacer que estos niños/as crezcan y se desarrollen tanto a nivel físico como emocional. Igualmente queremos agradecer la tarea de todos los compañeros psicólogos perinatales que, con sus estudios, facilitan el conocimiento del desarrollo emocional y afectivo de estos niños y apoyan a los padres en estos delicados momentos.

 

Gracias por vuestra dedicación.

 

El presente artículo parte de un trabajo original realizado por Silvia Orenes: Desarrollo del apego en bebés prematuros y sus familias.

 

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Equipo blog: Silvia Orenes, Silvia de la Rosa y Raquel Huéscar