Estrés y gestación: un lío embarazoso
Durante los años 90, un médico inglés llamado David Barker, desarrolló una hipótesis que venía a relacionar ciertos aspectos del desarrollo fetal con la salud del hijo nacido. Por ejemplo, sostenía que ciertos eventos durante el desarrollo temprano tenían un profundo impacto en el riesgo de desarrollar enfermedades futuras de adultos. Cuando la alimentación de la madre era muy deficiente en nutrientes o los niños nacían con bajo peso (menos de 2.700 kg a las 37 semanas) generaba una mayor vulnerabilidad a sufrir de adultos enfermedad coronaria, hipertensión, obesidad o diabetes. Es decir, ciertas condiciones de la gestación podían provocar efectos adversos en la vida adulta.
Estos resultados han sido replicados posteriormente con similares resultados. Al fin y al cabo, el útero materno es nuestro primer entorno y cada vez somos más conscientes de su importancia. Estos descubrimientos incitaron a que los profesionales de la salud hicieran más hincapié en la importancia de la nutrición en la mujer embarazada.
Para ello vamos a comenzar descubriendo qué efectos genera el estrés en el organismo:
Se ha estudiado que las mujeres que durante la gestación presentan altos niveles de estrés y de ansiedad tienen un mayor riesgo de aborto espontáneo, parto prematuro y dificultad en el periodo expulsivo, provocando un aumento en la instrumentalización del parto o incluso imposibilitándolo, teniendo que optar por una cesárea.
Asimismo, el crecimiento y desarrollo del feto también se ven afectados por el estrés agudo de la madre, puesto que altera el medio fisiológico del útero, aumentando el riesgo de bajo peso para la edad gestacional y menor perímetro craneal, alterando el desarrollo metabólico y deteriorando la función inmune y neuroendocrina del bebé.
El estrés materno está asociado a altos niveles de cortisol. Ésta es una hormona que se libera como respuesta al estrés y está asociada con un mayor riesgo de presentar problemas neurobiológicos y conductuales de inicio en la infancia, tales como TDAH, retraso en el desarrollo del lenguaje, mayor riesgo de autismo, ansiedad y esquizofrenia en la vida adulta.
De igual forma, los niveles de ansiedad durante la gestación también se han relacionado con tasas más elevadas de depresión postnatal y con problemas de vinculación con el bebé.
Afortunadamente, existen factores moduladores que se han demostrado como experiencias reparadoras, como un vínculo afectivo de seguridad. Una sana interacción madre-hijo es fundamental para el desarrollo de los niños y adultos sanos. En concreto, la calidad de la conducta de cuidado materno durante la infancia se ha relacionado con buenos resultados en la regulación de las emociones, la adaptación social, reactividad al estrés, habilidades cognitivas y menor riesgo para el desarrollo de psicopatología.
Viendo la repercusión que tiene el estrés, ¿no te parece que sería interesante cuidar el bienestar emocional de la mujer embarazada? ¿Podrían prevenirse muchas de estas situaciones? Si estás embarazada o conoces a alguien que lo está, pueden ayudaros estos consejos:
- Mímate mucho, si te mimas tu estás mimando a tu bebé.
- Intenta dormir lo que necesites.
- ¡Muévete! El ejercicio ayuda a liberarnos del estrés. Encuentra aquello que te vaya bien y te guste.
- Apóyate en los tuyos, pide lo que necesites.
- Cuida tu alimentación.
- Encuentra un grupo de embarazadas con el que compartir tus experiencias.
- Pide ayuda profesional si lo necesitas.
¿Te interesa el tema?
Aquí te facilitamos algunas referencias de documentales interesantes.
In Utero Film
La ciencia explica como nuestras experiencia en el útero dan forma a nuestro futuro. http://www.inuterofilm.com/
Redes- Educación emocional desde el útero materno
Eduardo Punset descubre, de la mano de la investigadora en psicobiología perinatal del Imperial College London, Vivette Glover, la estrecha relación entre las emociones y la vida en el útero materno.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-educacion-emocional-desde-utero-materno/598988/
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