El duelo invisible
Duelo Perinatal
En 2012, el joven artista eslovaco Martin Hudacek, tras la demandas de ayuda y el escaso apoyo que manifestaban las mujeres que habían sufrido un aborto, decide crear una obra pro-vida: “En Memoria del niño no nacido”. Con este trabajo, el autor pretende dar esperanza y sanación al sufrimiento de estas mujeres mediante la representación de este niño de cristal que parece estar calmando y apoyando la decisión de su madre.
Como hemos hablado en otras ocasiones, la psicología perinatal abarca un gran abanico de cuestiones y aspectos psicosociales que se manifiestan desde que surge la idea misma de concebir un hijo, hasta que este cumple aproximadamente los tres años de edad, coincidiendo con el periodo de adquisición del lenguaje.
De todos los aspectos abordables desde esta especialidad, sin duda alguna, el duelo por la pérdida perinatal se caracteriza por ser el de mayor complejidad y carga emocional.
Tratar con la muerte es parte del proceso de aprendizaje de la vida. Se trata de un proceso natural por el que todos tenemos que pasar y que puede estar presente en cualquier momento de nuestro ciclo vital. Sin embargo, es un tema tabú en la cultura occidental que se intenta evitar con el fin de no enfrentarnos a la temida tristeza y al dolor que conlleva.
La última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales del 2013 (DSM-5), define el duelo como la reacción ante la muerte de una persona querida. La pérdida de un ser querido es considerada como uno de los estresores vitales de más alta intensidad (Holmes, 1967), conformando una compleja sucesión de manifestaciones que precisan de un cierto tiempo para ser elaborada.
Esta reacción de la que hablamos, llega a una complejidad extrema y sin precedente cuando se trata de la muerte de un hijo. Sobrevivir a la muerte de un hijo es ya de por sí un hecho tan contra natura que ni siquiera existe en nuestra lengua un término para definirlo; hablamos de huérfanos cuando perdemos a nuestros padres, viudos cuando perdemos a nuestras parejas pero no hay ningún término que sirva para definir la muerte del hijo. Por otro lado, cuando la pérdida de un hijo ocurre durante el periodo de gestación o poco después de nacer, es cuando hablamos de Duelo Perinatal.
Hablar de duelo perinatal es hablar de duelo invisible, de duelo desautorizado, ya que en la mayoría de las ocasiones los progenitores que sufren esta pérdida carecen del apoyo y la comprensión necesaria de las personas que les rodean. Familiares, amigos e incluso profesionales de la salud, no saben como afrontar y comprender a estos padres y madres que están sufriendo una experiencia devastadora. Es una situación difícil de digerir para todos, ya que sus características dificultan la gestión de la pérdida de forma adecuada: puede ocurrir que por tiempo del bebé fallecido no pueda ser inscrito en el registro, lo que conlleva que no se considere visto ni reconocido para nadie. También, en la mayor parte de los casos puede no realizarse un ritual de despedida, quizás fomentado por la propia desautorización social de existir. Además que sea un tema tabú, que se trate de ignorar o minimizar a través de palabras y comentarios desafortunados que niegan la posibilidad a los afectados de manifestar su dolor y sufrimiento: “tranquila si estabas de pocas semanas”, “mejor ahora que más adelante”, “lo que tenéis que hacer es tener otro pronto”…
Aunque los adelantos médicos y tecnológicos de los últimos tiempos han reducido en gran medida los índices de mortalidad infantil, aún es frecuente que mueran bebés durante el embarazo, al nacer, a los pocos días o incluso meses.
La muerte puede tener distintas causas y aunque es cierto que aquellas que tienen carácter súbito pueden ser más complicadas a la hora de ser gestionadas, la realidad es que ni los padres están preparados para hacer frente al hecho en sí, ni el entorno que los rodea lo está para apoyar, acompañar y reconocer el sufrimiento en este duelo tan especial que precisa de tanta sensibilidad, comprensión, apoyo y empatía.
Es cierto que si se analiza el abordaje del duelo perinatal a largo del tiempo, podemos observar cambios favorables que nos hacen ser más optimistas: ya las mamás no son sedadas, no se les anima con un nuevo embarazo, los padres ya no quedan excluidos del proceso de duelo. Por otro lado, los profesionales sanitarios parecen estar más interesados y ves están creando guías y protocolos de actuación para estos casos. Los padres tienen también ya la oportunidad de despedirse del bebé, de verlo, de recopilar sus cosas, su huella, cualquier recuerdo, una foto por ejemplo, algo que les permita vincularse con el hijo perdido.
Afortunadamente empezamos a vivir tiempos de cambios y tenemos mucho qué hacer y qué decir. Está en nosotros como “psicólogos perinatales”, fomentar que así sea, estando preparados para acompañar y escuchar sin enjuiciar, con empatía y con respeto. Con nuestra formación y empeño podemos hacer que el duelo perinatal vaya siendo cada vez más visible, reconocido, visto, asimilado y gestionado de la manera más decuada posible.